Para su segundo álbum Sacred Warrior volvió con un sonido muy influenciado por el metal más duro. Con una voz principal de alto nivel, altísima y a veces operística, no muy diferente a la del venerado líder de Queensrÿche, Geoff Tate. Rey Parra mostró todas sus dotes en esta producción poniéndose a la altura de los mejores vocalistas de la época.
El disco trajo una tendencia técnica arraigada en la estética del heavy metal más tradicional, pero también sugiere rodamientos ligeros y progresivos. Un alto nivel de maestría musical que se puede encontrar en un guitarrista melódico y a la vez abrasador, un intrincado baterista de doble bombo, un bajista que sienta las bases detalladas de los graves, y un teclista que subraya pero no hasta el extremo.
“Master’s Command” de 1989 muestra a la banda en su mejor forma desde una perspectiva técnica, con habilidades bien perfeccionadas gracias al tiempo que estuvieron de gira. Si bien se aleja del metal de su debut, el álbum es una sólida colección de canciones de hard rock e incluye los temas más melódicos como “Paradise” y “Beyond the Mountain”, que toman el sonido pesado con ganchos pegadizos y estribillos memorables. “The Flood” ofrece un dúo vocal entre Rey Parra y Roger Martinez (de Vengeance Rising). El álbum cierra con lo que la mayoría considera su punto culminante, una versión heavy metal del himno tradicional “Holy, Holy, Holy”.
Pocos álbumes podrían ser legítimamente el mejor álbum de metal cristiano de todos los tiempos, pero “Master’s Command” es un aspirante a este trono tan elevado. Es así de bueno.
